sábado, 2 de marzo de 2013

Integra acumula 100 currículos de discapacitados que quieren trabajar


Integra acumula 100 currículos de discapacitados que quieren trabajar

R.L. / Miranda de Ebro - martes, 22 de enero de 2013


 

La empresa, creada por las propias familias para «darles una oportunidad», tiene a cuatro empleados en nómina que realizan tareas de jardinería para particulares y empresas


La integración de las personas con discapacidad y, en concreto, su acceso al mercado laboral, sigue siendo un reto para las administraciones y para toda la sociedad. El centro de empleo Integra da trabajo actualmente a cuatro personas con discapacidad intelectual. Ayuntamientos, pequeños negocios y también particulares son los principales clientes de esta empresa creada hace tres años por familias con hijos discapacitados y que sobre todo realiza labores de jardinería, desbroces de monte, vallados de fincas, etcétera. Su objetivo es darles a sus hijos una oportunidad, que se sientan útiles. El problema es que no hay trabajo para todos. Integra acumula en estos momentos cien currículos de mirandeses que están esperando su oportunidad para incorporarse al mercado laboral.
«Ahora mismo hay cuatro chicos trabajando y no hay sitio para más. Hay que tener trabajo para poder pagar esas nóminas», subraya Pilar González, una de las madres. Los empleados del taller especial de empleo de Integra trabajan 8 horas al día y cobran el Salario Mínimo Interprofesional. Un dinero con el que pueden cubrir sus necesidades, y sobre todo tener una responsabilidad que les haga sentirse útiles.

para administraciones. En estos tres años de andadura, los chicos de Integra han trabajado varias veces para el Ayuntamiento. Se cuenta con ellos para trabajos puntuales y están satisfechos. De quien todavía no han recibido llamada es de la Junta ni de la Diputación, administraciones que por ley deben fomentar el empleo entre las personas discapacitadas. «Ellos tienen que contratar muchas labores de desbroce en el campo, arreglar ermitas... Si la Junta quisiera dar trabajo en los montes de alrededor de Miranda estarían los cien demandantes de empleo trabajando», añade José Antonio González. Todo, mantienen, es cuestión de voluntad «porque trabajo hay, y si la administración cumpliera la ley a rajatabla se podrían contratar a más personas». Su empresa, dicen, «tiene una capacidad enorme para poder crecer. Y tiene vocación de crecer».
Las familias demandan que se les dé una oportunidad. La mayoría de las personas con una discapacidad intelectual termina sus estudios a los 16 años, cuando acaban la escolaridad obligatoria. Pero algunos podrían seguir formándose, tienen capacidad para ello. Actualmente existen ciclos de Garantía Social que sí pueden realizar pero «son genéricos, no están orientados a una discapacidad, y eso es una carencia muy grande de la Administración y la Educación Pública», denuncian. Lo ideal para ellos sería que en el instituto, en los distintos módulos que hay, hubiera personal cualificado para darles clases. No los hay, y al final lo que se consigue es que muchos de estos chavales «se queden en casa y no hagan nada».
Es la realidad, su día a día. Y para comprobarlo basta con echar un vistazo a la carpeta con los cien currículos que acumulan. La mayoría de los candidatos a trabajar en Integra tienen entre 20 y 35 años, algunos ya han cumplido 50, y carecen de formación. Desde la asociación lamentan que la mayoría «no va a poder trabajar nunca».
Encontrar trabajo es difícil para ellos, y más aún ahora, con la crisis y una tasa de paro que sigue creciendo. Siempre han tenido que competir «con gente muy preparada y cada vez más ahora que hay tanto paro, y que están dispuestos a cobrar 800 euros».
Un salario, dicen, «muy adecuado» para personas con ciertas discapacidades y que tienen «pocas oportunidades en la vida». Por eso con Integra pueden crear puestos de trabajo para sus hijos y para otros discapacitados, «haciéndolos asequibles a sus capacidades».
18 familias con 18 chicos y chicas conforman actualmente Valkiria, una asociación que nació hace tres años y que busca cubrir las necesidades de las personas con discapacidad. Varios de estos chavales son de capacidades bajas, no pueden trabajar, y para ellos lo ideal sería disponer de un taller ocupacional donde realizar tareas simples que les permitiera «tenerlos ocupados unas horas y no estar en casa con sus padres».
También es muy importante para ellos que se sientan útiles, «dejar a un lado aquello de ‘qué pobrecillos si no se enteran de nada’». Pilar, como madre de uno de ellos, asegura que esto es «totalmente mentira» porque son personas «que sienten, que tienen sus necesidades y que cuando se les desprecia, se enteran». Es más, desvela que «hay algo que tienen y que nos haría falta a todos: te dan todo a cambio de nada y lo único que quieren es verte feliz. Estar bien ellos es verte feliz a ti».

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